El intercambio epistolar ha sido y es un modo privilegiado de comunicación para los amantes de todos los tiempos, y la manifestación más duradera ( y peligrosa) de los sentimientos.
Las cartas de este libro han sido ordenadas en orden cronológico, lo que pone en evidencia corazones volubles como el de Napoleón, quien escribe a Josefina en 1796, a María Walewska en 1809 y nuevamente a Josefina en 1810.
Una forma de distinta de conocer a hombres y mujeres de la historia universal.